Cuando ya nos acercamos al centenario del nacimiento del general Hugo Banzer Suárez, los celos y las inquinas han desaparecido porque él no le disputa el poder político a nadie, y, porque, además, por la iracundia del populismo zurdoide y de solemnes desmemoriados y malagradecidos, su figura fue encerrada a cal y canto en el panteón que guarda sus restos. No tuvo defensores, como sucedió, por ejemplo, con Víctor Paz Estenssoro. Por eso no tiene herederos políticos.
Sin intención de comparar a uno con el otro (uno político y el otro militar), Paz Estenssoro tuvo un gobierno muy duro, de persecuciones, campos de concentración, control político, avasallamientos de tierras, reformas y nacionalizaciones nada rentables y abusivas, inflación y hambre. Luego, a partir de 1985, dirigió un gobierno exitoso, salvó a Bolivia de una situación catastrófica, y se convirtió en un hombre conciliador y de diálogo. Eso se le ha reconocido ampliamente y con toda justicia, aunque la Historia lo recordará siempre como el gran líder de la Revolución Nacional.
Banzer, que derrocó al gobierno de facto del general Torres, que a su vez se había apoderado del gobierno ilegítimo del general Ovando, hizo una verdadera Revolución; no fue el cuartelazo cualquiera planeado entre cuatro militares, sino que se produjo con el respaldo de FSB del Dr. Mario Gutiérrez y el MNR de Paz Estenssoro. Su gobierno persiguió, exilió, encarceló, maltrató a sus adversarios, porque todos querían la silla; pero el país se desarrolló, creció en buen nivel, se respetó la propiedad privada, hubo inversiones, y cambió el rostro de Bolivia.
Además, por si fuera poco, dio la cara ente la ciudadanía, acosado por un juicio de responsabilidades, sin huir. Y después de la dictadura fundó un partido político, se presentó en seis elecciones presidenciales, y el vilipendiado dictador resultó elegido presidente constitucional, para ira de algunos y felicidad de muchos. Además, fue un concertador que concilió las posiciones más extremas en la política nacional. Una lección de coraje y civismo, que no la tienen muchos cacasenos que vemos ahora.
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Del chiquitano Hugo Banzer se escucha decir, con frecuencia, que no hizo nada por el desarrollo cruceño; que estaba rodeado de collas encerrado en el Palacio de la Plaza Murillo. Esa es, además de una estupidez, una gran mentira, porque Banzer, gran cruceño, hizo cuánto pudo por su tierra, salvo que algunos piensen que tenían que recibir el oro y el moro sin mayor mérito. Eso era imposible.
He leído una nota de la conocida y respetada socióloga cruceña Ana Carola Traverso, de quien no se puede decir que fuera banzerista, porque sería muy niña en los años de la dictadura. Dice lo siguiente en un extenso artículo: “El modelo de desarrollo cruceño es un concepto creado en la década de 1970, en medio de la mayor y más sofisticada ola de pensamiento geográfico y político cruceño – o regional. Este período se caracteriza por haber generado innovadores marcos conceptuales respecto al territorio departamental. Durante este período, se realizaron esfuerzos monumentales por entender las potencialidades de nuestros ecosistemas naturales, recursos y por proponer modelos de creación y distribución de la riqueza. En resumidas cuentas, fue durante este período que se dio carta blanca a un esfuerzo colectivo de imaginación creativa sin igual institucionalizando sistemas de organización social que estaban ya llevándose a cabo por la ciudadanía (como el movimiento cooperativo) y volverlo política de Estado – Estado regional”. Dice que se hizo política y gestión en esa década de los 70 y que “Santa Cruz rompió ideológicamente con la maquinaria política del gobierno central”. Desde luego que no olvida el papel jugado en aquellos años por el Comité de Obras Públicas y su continuación con la Corporación Regional de Desarrollo, donde estuvieron presentes las más claras y lúcidas mentes cruceñas, fueran partidarias del gobierno o no.
Pese la escasez de recursos (no había la jauja del gas) Bolivia no solo se miró el ombligo esperando ayuda, sino que se abrió a la inversión, trabajó exitosamente el algodón, pero, además, su diplomacia, a cuya cabeza estuvo el cruceño Dr. Mario Gutiérrez, dio el primer paso trascendental para la venta de gas natural al Brasil y suscribió un importante convenio, que, aún demorando más de dos décadas para hacerlo realidad, llegó a consolidarse, a generar multimillonarios ingresos, que, lamentablemente, cayeron en manos de lo que Evo Morales llama “la reserva moral de la humanidad”. Se lo robaron todo.
Naturalmente que Ana Carola Traverso no le atribuye los méritos al general Banzer, sino al momento histórico. Él no dedicó enteramente su tiempo a Santa Cruz. Finalmente, su compromiso era con la patria entera y Santa Cruz no necesita que nadie le dedique todo su tiempo, ni lo desea. Nuestro pueblo quiere seguridad y garantías (que las tenía con Banzer) para desarrollarse plenamente; sin bloqueos, sin cupos para exportar, sin escasez de combustible ni ausencia de divisas, sin interculturales de la “reserva moral” y sin “bartolinas” que dirijan la política exterior.