El debate que promovió el domingo pasado en la noche Red Uno, estuvo de primera en cuanto a su presentación y a la conducción de los periodistas Cecilia Bellido y Juan Carlos Monroy, que lo llevaron con gran agilidad y sin la pesadez de otras contiendas, en las que algún protagonista toma la palabra y no la suelta ni hace caso a los plazos establecidos, porque pretende aprovecharse de la oportunidad para hacerse propaganda. El domingo los conductores fueron severos con los tiempos y la polémica no aburrió, pese a la diferencia en conocimiento entre unos candidatos y otros. Volvieron al fin los debates que la ignorancia de los “evistas” había desterrado.
Entendemos que hubiera participado del debate el exministro masista Eduardo del Castillo, en vista de la vergonzosa ausencia del escurridizo y nuevo astro oriundo del Chapare, Andrónico Rodríguez. Pero no comprendemos que hubiera estado ausente el ascendente Rodrigo Paz Pereira y que sí estuviera el alcalde cruceño Johnny Fernández, que, a decir verdad, no aportó, sino con agravios innecesarios, muecas de mal gusto, muestras de fotitos viejas, y con un documento misterioso que dijo era suficiente para derribar candidatos, pero que ni leyó ni afirmó de qué se trataba. Toda una farsa.
Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga y Manfred Reyes Villa expusieron sus planes de gobierno tal y como se les ha oído tantas veces, con el convencimiento de siempre. No faltan quienes dicen que ninguno dijo cosas nuevas, pero no toman en cuenta que los candidatos serios no pueden estar cambiando de programa en cada entrevista de prensa o en cada debate. Eso sería censurable y les restaría confianza. Faltó un careo tal vez. Aunque una polémica entre Doria Medina y Quiroga sería demasiado forzada, porque a nadie engañan negando que piensan de manera parecida sobre lo que se debe hacer para sacar a Bolivia del pantano en que la está dejando el MAS del inútil y sinvergüenza Evo Morales y de su “cajero”, Arce.
Ahora bien, a estos candidatos de la derecha (sabemos que esa “derecha” es el anti masismo) bien pudieron poner contra las cuerdas a del Castillo recordándole que había sido un ministro de Gobierno abusivo con la oposición, que secuestró a la expresidente Jeanine Añez, al gobernador cruceño Luis Fernando Camacho, al dirigente cívico Marco Pumari y que hizo apresar a un centenar de personas más, que tuvo pavor para encarcelar a Morales y el miedo terrible de levantar los bloqueos que, durante cinco años, han empobrecido al país, y arruinado a la agroindustria. En fin, había mucho qué decirle al sujeto (su palabra favorita), pero se lo dejó participar indemne, oyéndole como en la democracia más sana, y hay que reconocer que, con habilidad y cinismo, salió bien parado del debate.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Quedó la impresión – por lo menos a mí – que Tuto y Samuel se hicieron un guiño de complicidad. Tal vez solo era mi deseo. Pero se trataron cuidadosamente, como con Manfred. Es visible que no existe una diferencia tan grande que pueda extraviarlos tanto como para dejarse ganar por un masismo unido al populismo y a la izquierda. Hay que cuidarse mucho porque del Castillo está empezando recién y tiene la maquinita del gobierno; Andrónico en su mudez puede recibir el apoyo de miles de mudos que existen en el país; el evismo aún sin Evo tiene mucha votación y nadie va a sufragar en el Chapare sin su permiso; Eva Copa puede arrastrar sufragios incontables en El Alto; y el dichoso Johnny no tiene escrúpulos para aportar con lo suyo también. ¿Alguien más?
“¡Únanse carajo!” ha clamado en una nota el amigo Johnny Nogales. Y no existe carajazo más bien puesto a estas alturas del partido. Me lo robo y me sumo completamente a esa unidad que jamás hemos dejado de ver como la única solución.