Martin Marcantonio Luciano Scorsese vino al mundo hoy hace 70 años en Queens, uno de los rincones más bulliciosos y vocingleros de Nueva York. Quizá por eso, y por crecer en Little Italy, que tampoco es manco, su filmografía está empapada en pentagramas y sonidos tan sinfónicos como los diálogos de «Casino» o las carambolas de «El color del dinero».
Por algo su primer trabajo «profesional» fue el de asistente de director y montador del celebrado documental «Woodstock»; años más tarde rindió un portentoso homenaje a las raíces musicales americanas en la serie documental «El blues» y, entre sus múltiples proyectos, se encuentra una biografía de «Sinatra».
Para honrar a «uno de los nuestros», qué mejor que siete riffs melómanos, uno por cada década de vida, que han impregnado su carrera.
«EL ÚLTIMO VALS» (1976). La retirada de The Band fue la excusa para una reflexiva pastoral sobre los años dorados del rock y el folk, con el punk, la electrónica y otras hierbas y artilugios a la vuelta de la esquina. Dylan, Morrison, Young, Mitchell o Clapton entonando un salmódico «I shall be realised» al final de la velada aún pone los vellos como escarpias.
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«EL REY DE LA COMEDIA» (1982). Scorsese no puede evitar que la música se le cuele en cada poro de su filmografía. Incluso, por casualidad y en escorzo. Véase este cameo de The Clash en uno de sus filmes más sui generis, «El rey de la comedia». Tiempo después, también invitó a Iggy Pop a ser desplumado sobre la mesa de billar de «El color del dinero».
«BAD» (1987). La monumental cinefilia del cineasta le trasladó rápidamente a las estratosféricas coreografías de «West side story» para cimentar uno de los videoclips más famosos de Michael Jackson. Pandillerismo fino y sólido aroma (sub)urbano en 18 minutos vibrantes bajo las aceras de Brooklyn.
«EL AVIADOR» (2004). Aparte de una declaración de amor al cine y al «ermitañismo», la historia de Howard Hughes puede verse como un all-star de figuras musicales del momento. Además de regalar a la cantante Gwen Stefani su primer y hasta ahora único papel (como la vamp Jean Harlow, nada menos), también subió al escenario al aterciopelado croonerRufus Wainwright, acompañado de su señor padre (Loudon Wainwright III) y su hermana Marta.
«NO DIRECTION HOME» (2005). El venerable Bob Dylan salió de su hura a la llamada del maestro en un documental que puso algunos puntos sobre algunas íes de sus inicios como «folk singer» y encantador de serpientes. Aparte del material musical propiamente dicho, ciertos testimonios de Dylan y sus satélites han quedado para los anales (y para los mentideros chismosos).
«SHINE A LIGHT» (2008). Los Rolling Stones, uno de los grupos preferidos de «Marty» (sin ir más lejos, «Gimme Shelter» suena en «Uno de los nuestros», «Casino» e «Infiltrados») no podía quedarse sin su tributo, en forma de poliédrico rockumental donde destaca el virtuosismo del cineasta a la hora de filmar una actuación en vivo, y su capacidad para retratar un instante en la historia del rock como si fuese un solo de Keith Richards.
«GEORGE HARRISON. LIVING IN A MATERIAL WORLD» (2011). Se nota que el fondo y el trasfondo del beatle más espiritual le llegó al centro del alma a un Scorsese con una vida interior más amplia que los maleteros de los coches de la mafia. El hasta ahora último trabajo «musical» del cineasta, actualmente en plena faena con el rodaje de «The wolf of Wall Street», es tan emocionante como oceánico.
Fuente: www.abc.es