Delincuencia. Debido al control frágil, el narcotráfico, la trata de personas y el comercio de vehículos robados se campean en la zona chaqueña que comparten Bolivia y Paraguay. La propia Policía reconoce su debilidad
“Por aquí puede pasar un elefante sin ser detectado”, ironiza un agente policial paraguayo que trabaja en la vigilancia fronteriza. Los controles alcanzan generalmente a los pasajeros de los buses, pero otros vehículos los burlan. Lo verificó un periodista de EL DEBER que recorrió toda la ruta que conecta Santa Cruz con Asunción. Hay droga, tráfico de mujeres y de motorizados robados.
Frontera del Chaco, una zona con carta blanca para traficar
Los encargados de evitar el ingreso de drogas, el tráfico de personas y el cruce de los vehículos robados reconocen la falta de control en la zona. Piden una mejor acción entre países.
Control. Un agente de la Senad observa cómo un perro entrenado para detectar droga recorre la fila de maletas de un grupo de pasajeros en la zona de Mariscal Estigarribia
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La frontera que comparten Paraguay y Bolivia, que tiene una extensión superior a los 700 kilómetros, se ha convertido en un espacio donde el débil control por parte de las autoridades de ambos países ha hecho que delitos como el narcotráfico, la trata de personas y el cruce de vehículos robados actúen de forma impune.
A manera de broma, un agente policial paraguayo consultado por EL DEBER sobre la rigurosidad en los controles señaló: “Por aquí puede pasar un elefante sin ser detectado”.
Las palabras del efectivo, que tienen un alto tono de burla, a la vez desvelan una situación que las autoridades del vecino país admiten sin reparos. Los controles son insuficientes y las personas que trafican con seres humanos, droga y motorizados aprovechan esta situación.
El último operativo antinarcótico ejecutado por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), en el que se incautó de más de 1,5 toneladas de pasta base de cocaína, puso un elemento adicional que agrava la situación de permeabilidad al delito en estos pasos fronterizos. “Hay un alto índice de corrupción de algunos encargados de evitar estos hechos”, apuntó con total certeza el ministro de la Senad, Francisco José de Vargas, luego de descubrir que entre los involucrados en un bullado caso de tráfico de alcaloides estaban policías antidroga implicados.
EL DEBER recorrió la ruta que los transportistas internacionales a diario hacen entre Asunción (Paraguay) y Santa Cruz (Bolivia). Durante este viaje, de más de 24 horas, se pudo confirmar gran parte de las aseveraciones hechas por policías, investigadores y autoridades políticas paraguayas.
Los puntos de inspección están marcados para los buses, pero mientras los pasajeros adormilados y cansados muestran lo que llevan en sus bolsones, al menos unos cinco motorizados pasan raudamente sobre la ruta internacional sin que nadie les haga la señal de alto o ellos decidan parar.
Queda la incógnita de saber si son esos los rodados que llevan cargamentos de droga de Boliva a Paraguay o mujeres de tierras guaraníes a las nacionales.
Un agente de la Senad, que conversó con nosotros mientras un perro de pelaje negro brillante olía las maletas de los viajeros en busca de la ‘blanca’, reconoció que los controles son insuficientes y que se debería tener más personal, aunque admitió que con el apoyo actual de la DEA en Paraguay las cosas mejoraron.
Sin embargo, esto no es suficiente, ya que además del tráfico de alcaloides, las autoridades vinculadas al control de la trata y tráfico de personas dan cuenta de que cada vez, con mayor frecuencia, los narcos usan a las féminas para meter y sacar droga.
“Les ponen prendas íntimas impregnadas con cocaína y, en muchos casos, las pasan en vehículos robados”, comentó la comisaria Marina Franco, agente de la unidad de seguimiento de los casos de trata de mujeres.
Franco apuntó un fenómeno que tiene vieja data en suelo paraguayo, pero que aún no ha sido controlado. A decir de la investigadora, peruanos y bolivianos usan Paraguay para llevar personas hasta Brasil, donde son explotadas en talleres de costura o en fábricas de carbón.
Además, en talleres mecánicos de Asunción se descubrieron casos donde nuestros compatriotas son sometidos a trabajos forzados, pero que no denuncian porque la paga es buena, pese a los atropellos que reciben.
Políticos de colorados y liberales coinciden en la necesidad de mejorar el control, pero a la vez piden mayor acción boliviana.
«Existe protección a narcotraficantes»
Francisco José de Vargas / Ministro de la Senad
-¿Qué desveló la última intervención de narcotráfico importante que se ha practicado en su territorio?
– Lo que ha dejado a la vista el operativo donde se incautó el mayor cargamento de droga en la historia de Paraguay (una tonelada y media de pasta base de cocaína) es que existe una protección de las autoridades a las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de sustancias controladas.
-¿Cómo evalúa el trabajo de lucha contra los narcotraficantes que se está ejecutando en nuestras fronteras?
– La lucha contra el narcotráfico internacional no está surtiendo el efecto deseado. Creo que esto obedece a una situación que no tiene que ver solo con acciones de interdicción, también se debe actuar a nivel preventivo. Nuestros países tenemos una responsabilidad compartida en este tema y se deben implementar políticas conjuntas, porque somos parte de este gran corredor. En pocas palabras, sí se puede decir que la actividad represiva no es de las mejores.
– ¿Es fácilmente vulnerable la frontera del chaco paraguayo-boliviano?
– Nuestros gobiernos deben implementar acciones conjuntas para una mayor presencia en los controles fronterizos, ya que allí actualmente la situación no es buena.
La escasez de insumos humanos y tecnológicos en nuestros países es una constante, lo cual afecta directamente a las políticas antidroga que se están tratando de implementar.