Los civiles, acompañados por el Ejército y la Policía, llegan a la ciudad de Apatzingán
Hipólito Mora, un líder autodefensa, en Apatzingán. / SAÃL RUIZ
Sin armas y acompañados por la Policía Federal y elementos del Ejército mexicano. De este modo, pacífico, los grupos de autodefensa de Michoacán, al sur de México, ingresaron el sábado después de las diez de la mañana en la ciudad de Apatzingán, núcleo económico de la violenta región de Tierra Caliente y bastión del cartel de Los Caballeros Templarios. La banda, una escisión de la Familia Michoacana nacida en 2011, ha sido señalada por los vecinos como el grupo criminal que extorsionaba, violaba, secuestraba y mataba a la población.
Ante la escalada de violencia y el avance de los civiles levantados en armas hace ya casi un año, los ejecutivos central y michoacano acordaron el pasado 13 de enero un plan de intervención en la zona. La ciudad de Apatzingán, de unos 80.000 habitantes, permanece blindada desde entonces por las autoridades federales.
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Esta mañana, comandados por el líder de las guardias comunitarias de la Ruana, Hipólito Mora, los civiles entraron en la presidencia municipal y en la catedral. En conversación telefónica, Mora explicó que su presencia en la iglesia es para “apoyar al padre Goyo, quien también ha sido objeto de amenazas por parte del crimen organizado”. Semanas atrás, el sacerdote, uno de los vicarios de la parroquia de la Asunción, denunció que habían intentado matarlo y ha llegado a afirmar que desde hace meses, celebra las misas con chaleco antibalas. Otra de sus declaraciones más polémicas data de finales de enero, cuando afirmó que no se podía seguir hablando de Dios cuando apestaba a muerte.
“No venimos a catear casas ni a robar a nadie”, ha aclarado Hipólito Mora, “de los cateos se encargan otros grupos”. Estanislao Beltrán, recién nombrado portavoz del movimiento, explicó que sí hay patrullas que en colaboración con las autodefensas están revisando casas de seguridad. El vocero, que se encuentra reunido en otro municipio, no estará hasta mañana en Apatzingán.
Desde hace meses, los civiles han ido rodeando la ciudad, tomando los municipios aledaños para expulsar de ellos a los Templarios. Considerada la joya de la corona de la región, centro a administrativo y de gestión del cártel dirigido por Servando Gómez La Tuta, no es la primera vez que las autodefensas hacen una incursión en Apatzingán. El pasado 25 de octubre, también desarmados, organizaron mitin en la plaza principal, pero el acto fue repelido por un ataque con granadas. Hubo cuatro personas heridas y la intervención de las autoridades federales evitó que el conflicto fuera a más.
El conflicto en Tierra Caliente, una zona especialmente pobre de Michoacán dedicada fundamentalmente al cultivo de limón, otras frutas y a la ganadería, viene de lejos. Recientemente, en una entrevista publicada en EL PAÍS, el doctor José Manuel Mireles, uno de los fundadores del movimiento en el municipio de Tepalcatepec ahora en convalecencia por un accidente de avioneta, admitía que duraron “más de doce años con la cabeza agachada, porque si uno volteaba a ver, también lo mataban”.
El pasado martes, el presidente de la Republica, Enrique Peña Nieto, anunció un plan de 3.400 millones de dólares para invertir en todo el Estado en infraestructuras, servicios y educación, entre otros. Desde que se firmó el acuerdo en enero para intervenir en Michoacán, el Gobierno ha anunciado más de una decena de detenciones, entre ellas la del Toro (señalado como uno de los principales violadores) y la de Dionisio Plancarte, (considerado el tercero de la banda). Hace apenas dos semanas, gobiernos y autodefensas alcanzaron un acuerdo para legalizar a estos cuerpos mediante la figura de guarda rural. Las diferencias entre Mireles y otros líderes de las guardias comunitarias al respecto de las negociaciones provocaron un cambio en la portavocía de las autodefensas, que desde el pasado miércoles ostenta Estanislao Beltrán, más conocido como Papá Pitufo.
Fuente: elpais.com