Fin del MAS tras dos décadas: inicia la cuenta regresiva para una inédita segunda vuelta


El desmoronamiento del partido azul, que pasó de ser hegemónico a marginal con apenas el 3 %, obliga a repensar las alianzas en la ALP, donde la correlación de fuerzas marcará la gobernabilidad de la próxima administración.

Rodrigo Paz (i) y Jorge Tuto Quiroga (d). COMPOSICIÓN OPINIÓNRodrigo Paz y Tuto Quiroga. Foto composición: Opinón

eju.tv



La elección del 17 de agosto no solo sepultó dos décadas de dominio masista, sino que abrió un escenario inédito: por primera vez desde 2005, el bloque popular quedó reducido a su mínima expresión y sin capacidad de veto en el Congreso, mientras Rodrigo Paz y Jorge Tuto Quiroga se preparan para una segunda vuelta decisiva el próximo 19 de octubre; empero, la batalla inicia en el terreno legislativo, donde los pactos entre opositores determinarán la estabilidad del próximo gobierno.

El Movimiento al Socialismo (MAS), que durante casi dos décadas gobernó con mayoría absoluta en ambas cámaras, aunque en los últimos años la fragmentación partidaria minó su fuerza, quedó reducido a un residuo político. Las progresiones muestran que Andrónico Rodríguez tendrá cuatro o cinco diputados y Eduardo del Castillo, uno en el mejor de los casos. El bloque popular será minoritario y sin capacidad de bloquear ni de imponer leyes. A ello se suma que Evo Morales prefirió promover el voto nulo (19 %) antes que mantener su respaldo a esa corriente.

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Conocidos los resultados, Morales se atribuyó la alta votación del nulo, no obstante, más allá de la campaña que el evismo lanzó pocas semanas antes de los comicios, la intención de voto que mostraban tres encuestas de diferentes medios de comunicación en junio pasado ya mostraban un porcentaje que oscilaba entre el 5% y el 10%. Cabe recordar que, entonces, el exmandatario aún presionaba para poder ser parte de la carrera electoral.

El comportamiento del voto nulo en las últimas elecciones. Infografía: Visión 360

De acuerdo con los resultados preliminares, El Partido Demócrata Cristiano (PDC) de Paz y la alianza Libre de Quiroga emergen como las dos fuerzas más relevantes en el Legislativo, pero ninguna tendrá mayoría propia. Esto anticipa un congreso fragmentado que obligará a ambos a tejer alianzas con los otros bloques menores – especialmente el de Samuel Doria Medina, que obtuvo cerca del 20 % de los votos – y que aparece como el poseedor del voto de oro que puede dar un respiro al próximo gobernante, aunque para temas estructurales se necesitará el concurso de los tres frentes con mayor representación.

Según los resultados del conteo rápido al 96% de Unitel, en la nueva composición de la Cámara de Senadores, el PDC obtendría 13 senadores; la Alianza Libre, 11 representantes; mientras que Alianza Unidad sumaría 6 senadores y APB–Súmate, 1 curul. Cinco de los escaños están por definirse entre los frentes opositores y sin la posibilidad de la presencia de algún representante del bloque popular, la corriente política que tuvo hegemonía y protagonismo en las dos décadas anteriores. En Diputados, es más incierta la distribución por el momento.

Una vez escuchadas las posiciones de los líderes políticos que no participarán en la segunda vuelta, Paz parte con ventaja, porque tiene una mayor probabilidad de lograr una alianza estratégica con Doria Medina, quien manifestó públicamente su respaldo al senador tarijeño en virtud de una promesa preelectoral. El bloque progresista queda muy debilitado y tendrá que limitarse a una oposición simbólica, algo impensado hasta hace unos meses cuando Andrónico Rodríguez partía tercero, pero con un horizonte más promisorio respecto a sus adversarios.

Samuel Doria MedinaSamuel Doria Medina abrió la puerta a una posible alianza con Paz. Foto: El Deber

Si gana Quiroga, su reto será mayor, porque arrastra varias resistencias de los frentes con representación parlamentaria, producto de una campaña muy ácida, que minó la confianza en su forma de hacer política, sobre todo del sector del Bloque de Unidad, porque el empresario paceño fue víctima de un ataque virulento por parte de los seguidores del expresidente. Limar asperezas se presenta como una tarea titánica, aunque la historia de la denominada democracia pactada da cuenta que el pragmatismo vence a las posiciones supuestamente irreconciliables.

Una posible alianza en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y un bloque popular alicaído no significa que el camino esté allanado. Al contrario, se avecina una etapa de pactos en la que el poder estará repartido y las alianzas dependerán de los intereses subjetivos en función a la necesidad de los proyectos de ley. Evidentemente, al desaparecer por completo el rodillo parlamentario del MAS imperante durante prácticamente 20 años, se abre paso a una política más negociada y más concertada, pero también más vulnerable a crisis y bloqueos dentro del Legislativo.

La caída electoral del MAS muestra un punto de inflexión para la reconfiguración del denominado bloque popular, debido a que, más allá del voto nulo, que no es atribuible totalmente a la cruzada de Morales, lo cierto es que el discurso de esa corriente perdió legitimidad en las urnas. La narrativa de soberanía, redistribución y Estado fuerte quedó desplazada por un electorado preocupado por la recesión, la inseguridad y la corrupción. El evismo, al impulsar esa opción, dinamitó el mismo proyecto político que lo llevó al poder.

Rodrigo Paz, el impensado vencedor de las nacionales. Foto: Reuters

En este nuevo escenario, el país asiste a una transición donde el populismo de izquierda queda relegado a un rol testimonial y simbólico, sin fuerza real en el Legislativo. Parecería que el ocaso es irreversible; sin embargo, la fortaleza de esa corriente es la calle – el bloqueo, la protesta social y las marchas –, lo que también supone que el nuevo gobierno debe ser extremadamente puntilloso para poder afrontar ese escenario que – ya lo dijeron los acólitos del líder cocalero – será activado desde el inicio de la nueva gestión.

La elección del domingo no solo definió a los candidatos que disputarán la presidencia, sino que sepultó dos décadas de hegemonía masista y renació el tiempo de los pactos. Bolivia entra a un ciclo político distinto: sin bloque popular dominante, con un Congreso fragmentado y con Paz y Quiroga obligados a demostrar que pueden gobernar en coalición. El 19 de octubre es crucial, porque no solo se decidirá quién será presidente, sino que rumbo tomará el país – el centro o la derecha dura –, además de iniciar una nueva ruta que deja atrás la política de mayorías absolutas para entrar en la era de las negociaciones permanentes.