Rosendo FragaLa derrota de Evo Morales en el referéndum de Bolivia para permitirle un cuarto mandato consecutivo, confirma el giro hacia político adverso al populismo en América del Sur.En noviembre un empresario de centroderecha, Mauricio Macri, ganó la elección presidencial en segunda vuelta en Argentina, al imponerse al candidato kirchnerista (Scioli), aliado en la región del populismo gestado en torno al Socialismo del siglo XXI del Chavismo. Ello ocurrió después de tres triunfos consecutivos del populismo en la Argentina entre 2003 y 2015. Dos semanas después, la oposición ganó la elección legislativa venezolana por primera vez en 17 años, periodo durante el cual, entre presidenciales, regionales y legislativas, se votó casi todos los años.Ahora, con la derrota en el referéndum que impulsó Evo Morales para avalar una reforma constitucional, que le permita presentarse por cuarta vez consecutiva, se confirma que se está dando un giro político en la región tras casi dos décadas de triunfos de la centroizquierda en sus diversas variantes. Morales cumple este año una década continua en la Presidencia.En abril habrá elecciones presidenciales en Perú y puede ganar Keiko Fujimori -quien sigue distanciándose de su padre para lograr el voto independiente-. De hacerlo, implicaría en su país un giro hacia la centroderecha. Así, en menos de seis meses podría confirmarse en cuatro elecciones un giro político-ideológico importante en América del Sur.En términos generales, el freno de la economía regional generada por la baja en el precio de las materias primas que exporta, es causa de este giro. Ya hace más de medio siglo Winston Churchill decía que el problema de los gobiernos populistas era que “se acaban cuando se acaba la plata para financiarlos”. Esto está sucediendo ahora: con petróleo a 60 dólares y no a la mitad de ese valor, como se registra hoy, probablemente la oposición no hubiera ganado en Venezuela.En Argentina, si la soya tuviera el doble del valor actual, como lo tuvo hace pocos años, seguramente Macri no hubiera ganado por 2,6 puntos de diferencia como sucedió. Si la elección presidencial brasileña se hubiera realizado a fines del año pasado y no un año antes, en 2014, seguramente Dilma no hubiera sido reelecta. A fines de ese año Tabaré Vázquez, del Frente Amplio uruguayo, se impuso en segunda vuelta.Si la elección hubiera sido un año más tarde probablemente habría perdido, dado que comenzó el gobierno con el 70% de aprobación y ahora tiene la mitad. Lo mismo puede decirse de Evo Morales: fue electo presidente por tercera vez a fines de 2014 con más del 60%, pero si la elección hubiera sido a fines de 2015, podría haber perdido.Pero en el caso de Bolivia hay circunstancias particulares de tipo político. En Ecuador y Brasil la economía está en fuerte recesión. Ello crea en el primer país dudas sobre si Correa se presentará o no a un nuevo mandato y acerca de si la presidenta brasileña logrará o no terminar el suyo, cuando en los dos países en 2016 la economía podría caer un 3% o más. En Bolivia el freno de la economía es menor y sigue creciendo, aunque menos, pero dos escándalos de corrupción han afectado en los últimos meses la imagen el presidente.Estos se difundieron intensamente a través de las redes sociales. Hace una década, el acceso a internet en la población boliviana era muy baja y la web era un espacio político y comunicacional de una minoría muy reducida. Pero 10 años después se ha extendido mucho en la clase media boliviana e incluso en los jóvenes de los sectores más populares. Ello ha tenido un rol importante en la caída de la imagen de Evo Morales y revela un cambio social importante.Evo impulsó con cierto éxito un cambio social. Ello también extendió el fenómeno de internet y las redes sociales y ello ahora le ha jugado en su contra. Para la dividida oposición boliviana, como se evidenció en la última elección presidencial, el referéndum le permitió unificarse y ello la proyecta como una opción de poder que no era hasta ahora. Pero a Evo le quedan todavía cuatro años de gobierno, que no serán fáciles en el nuevo contexto político y económico más difícil para él.En conclusión: la derrota de Evo Morales para tener un cuarto mandato, confirma el giro adverso al populismo que se está dando en América del Sur; si bien en cada país hay causas particulares, la baja en el precio de las materias primas que exporta la región y el freno de la economía explican en gran medida este fenómeno político y en el caso particular de Bolivia, dos escándalos que afectan la imagen de Evo y su difusión en las redes sociales parecen haber jugado un rol importante en su derrota.El Deber – Santa Cruz