Adolfo Mier Rivas
Cuando le pregunté a mi suegra que le pareció la selección ella me dijo que los jugadores estuvieron impreciosos. Esa palabra no existe, le dije. Pues acabo de creerla, me respondió.
“ Cuando vi un equipo ordenado, pujante, metedor y haciendo goles, todos los jugadores me parecieron preciosos porque nos daban una alegría preciosa pero luego, (dijo una mala palabra) pienso que, a veces somos imprecisos. Salimos jugando, nunca vi a los nuestros hacer tantos pases juntos, pero volvieron las imprecisiones. Debemos aspirar al premio del fair play, porque casi siempre pasamos al contrario, como si fuera un amistoso, como si fuera una cortesía de pasar al contrario”, dijo mi madre política en estado de sobriedad absoluta.
Por mi parte, no dije nada, pero recordé que en colegio me enseñaron que la línea del Ecuador era la mitad del mundo, pero ayer fue para nosotros el fin del mundo. Nadie iba a imaginar que nos iban a arrebatar una victoria, pero los Valencia valen y en el último minuto hicieron flecos nuestro derecho a ser felices. Lograron un empate que lo arañaron en el minuto 89, un minuto que era precioso para nosotros pero lo pagamos con una penosa imprecisión.Lo mejor, las ganas que le pusieron y el olfato goleador de Pablo Escobar. Aclaro que eso de olfato no es ninguna alusión especial, es una forma de decir goleador en fútbol.Bueno, por lo demás, fue una tarde entretenida, mi suegra no tomó ni un trago, festejó a medias el día de la mujer boliviana, me ahorré una cena y nos fuimos a la cama, obviamente por separado, nos tapamos con la colcha de la resignación y suspiramos, en otra se
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