El presidente Morales constituido en jefe de campaña de los candidatos del MAS, viola la norma electoral y los vocales del OEP miran para otro lado.
El presidente Evo Morales acompañó el domingo a la candidata Jessica Jordan en su recorrido por poblaciones del Beni. La foto los muestra en San Joaquin y se ven las avionetas al fondo. (fotos Abi)
Evo Morales se siente todopoderoso y siente que nadie puede ponerle cortapisas al ejercicio de su mandato omnímodo y arbitrario. Sencillamente se ríe en las tímidas reconvenciones del Órgano Electoral que le sugiere no utilizar los bienes del Estado en favor de los candidatos oficialistas.
Se burla y lo hace en una forma tal que constituye un insulto, una bofetada para todos los bolivianos. Poco menos que nos dice: aquí yo hago lo que me da la gana y nadie puede decirme nada.
La transmisiones durante 6 a 7 horas de los actos de campaña del MAS en el gubernamental canal 7 y la red de radioemisoras Patria Nueva, alcanzó ribetes de escándalo a pesar de que el portavoz de palacio, de manera poco convincente, anunció que se había pagado por una transmisión alrededor de 20 mil dólares. Cuando se ejerce el poder en la forma que lo hace Evo naturalmente pocas son las posibilidades de comprobar si lo que dicen sus funcionarios es cierto.
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Pero es evidente que al presidente Evo Morales le interesa un comino el que dirán al punto que no solo está poniendo a disposición de los candidatos oficialistas todos los bienes y recursos del Estado sino que él mismo está en descarada campaña proselitista. Sucede que al presidente se le paga un salario no para que haga campaña sino para que gobierne y si lo que quiere es hacer campaña, debiera hacerse declarar en comisión sin goce de haberes, ya que lo otro significa, simple y claramente corrupción. ¿A algún funcionario público se le permitiría dedicarse íntegramente a la campaña de algún candidato opositor y seguir cobrando su sueldo?
Pero no es solo eso. Ocurre que para Evo Morales las observaciones de los temerosos y condescendientes vocales del Órgano Electoral Plurinacional (OEP), no tienen validez alguna y continúa entregando obras construidas con el dinero de todos los bolivianos y utilizando los medios de comunicación estatales para difundir las campañas del oficialismo, así como cualquier actuación personal suya por más insignificante que esta sea.
Morales con la candidata Jordan en Guayaramerín; atrás en el vehículo portando una bandera el ex ministro Quintana.
En la campaña de la ex miss Jessica Jordán, Evo Morales ha volcado todos sus esfuerzos y recursos, incluido avionetas para facilitar el desplazamiento de la modelo candidata por la geografía beniana. Es más ha destinado a sus dos estrategas más confiables: al exministro Juan Ramón Quintana y al peruano del MRTA, Walter Chávez para que la asesoren y pueda mostrar algo más que sus atractivas curvas.
La vocal del OEP, Roxana Ibarnegaray se limita a anunciar una “investigación de oficio” que sabemos no tendrá resultado alguno. Eso se debe a que en la actualidad, a parte de Evo Morales, no existe ningún otro poder. No hay un Legislativo, un Judicial ni un Órgano Electoral que pueda ponerle límite al abuso y la arbitrariedad del autoproclamado “guía espiritual” de los indígenas.
Es evidente que los vocales del OEP no se atreven a hacer cumplir la norma al presidente Evo Morales pero al menos debieran sancionarlo como jefe nacional del MAS. Y no es que no sea posible hacerlo, se puede y está el ejemplo de otros países como Colombia.
El presidente Alvaro Uribe, que no oculta su gusto por la reelección, sin embargo respeta la norma y la forma. Es así que en un reciente proceso electoral el Procurador General lo conmina, no le sugiere, lo conmina a no mostrar preferencias por algún candidato y el mandatario acata una disposición que emana de la institucionalidad democrática colombiana. Uribe evita incurrir en las groseros abusos que lamentablemente los bolivianos observamos a diario en el presidente Morales que se ha constituido en el jefe de campaña de los candidatos del MAS y en el principal violador de las leyes y principalmente de la norma electoral.