Pedro Shimose*
Según la prensa, el veleidoso José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, dijo “que no le parecía razonablemente aceptable que una persona deba ir presa porque lesionó ‘la moral’ (sic) de un banco”. Se refería, como es sabido, al inefable ‘Tuto’ Quiroga –auspiciador del referéndum revocatorio de 2008– condenado, hace poco, a dos años y ocho meses de prisión por acusar a un banco boliviano de encubrir negocios turbios. Días después de salir en defensa de ‘Tuto’, Insulza se desdijo. Relativizó su postura a favor del ex presidente adenista y dijo que todo quedaba en manos de los tribunales bolivianos. En otras palabras, ‘Tuto’ puede ir a la cárcel si los tribunales así lo deciden. Por lo tanto, no hablaré de pleitos, tribunales ni de ‘judicialización’ de la política plurinacional; hablaré de la imprecisión léxica en boca de funcionarios y políticos.
¿Desde cuándo los bancos tienen moral? Lo que tienen y administran son valores en metálico o en créditos y bonos. La moralidad pertenece a la esfera de la conciencia de los individuos. En el caso de las instituciones financieras, debería hablarse de legalidad o ilegalidad. Esta salida de pie de banco –nunca mejor dicho– se agudiza cuando un comentarista escribe: “La sentencia del juez por supuesto delito contra ‘el honor’ (sic) de un banco…” (EL DEBER, 14/09/10). ¿Desde cuándo un banco tiene honor? Lo que se lesiona es el prestigio, la fiducia, la confianza, el crédito, la credibilidad de un banco, jamás la moral y mucho menos el honor, ese valor ético desconocido en nuestro tiempo y por el cual los hombres de la Edad Media y el Renacimiento eran capaces de dar la vida.
Un periodista informó de que la embajada de España ha decidido inaugurar el Centro Cultural de España en la sede de la antigua Casa de España, situada en la avenida Camacho, de La Paz. Leo: “El embajador ibérico (sic) explicó que su país…” (La Prensa, 14/08/10). No hay ningún país llamado Iberia, en cambio, sí existe el Reino de España. Por lo tanto, debería decirse: El embajador español…” o “El embajador del reino de España…”.
Acabo de enterarme de que, en La Paz, el Gobierno ha instituido el premio Guamán Poma de Ayala, dedicado a promocionar la literatura en lengua aimara y quechua, lo cual me parece absurdo. Poma de Ayala, cronista mestizo de grandes méritos como escritor y dibujante, sólo escribió en español. Tanto él, como los demás cronistas mestizos de América, no utilizaron los idiomas nativos para expresarse literariamente; lo hicieron en castellano ¡y qué castellano!
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“El presidente Evo Morales logró, en su visita a Corea del Sur, un ‘respaldo económico’ (sic) de 126 millones de dólares para la edificación de puentes y hospitales”. (Los Tiempos, 27/08/10). ¿Respaldo económico? Lo que consiguió fue un crédito pasible de ser condonado en sus dos terceras partes, siempre que se cumplan ciertos requisitos que nadie sabe cómo se cumplirán.
“Otro general dijo que la amenaza de guerra es un hecho ‘eminente’ en todo el país” (La Prensa, 09/08/10). La amenaza de guerra puede ser ‘inminente’, es decir, algo que está por suceder muy pronto, pero jamás ‘eminente’ (lo de “en todo el país”, sobra) Lo que nadie dijo era a quién nos enfrentamos. ¿Se imaginan ustedes que la amenaza de guerra sea un hecho alto, elevado, magnífico? Por mucho que el peligro viniera del cielo, semejante amenaza será siempre ‘inminente’. // Madrid, 17/09/2010.
* Escritor
El Deber – Santa Cruz