El vicepresidente Álvaro García, otra vez, está buscando argumentos para intentar explicar lo que dijo el presidente Evo Morales o, mejor dicho, intentar convencer que no quiso decir lo que dijo. Pues bien, ocurre que a Evo se le ocurrió confesar que él ordenó el allanamiento de la oficina del asesor de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, abogado Jorge Quiroz.
Fotos: Policías antidroga enviados por el gobierno allanan las oficinas (izq) de Quiroz y Lecoña (der), activistas de derechos humanos y abogados de los familiares de los fallecidos en Caranavi, el pasado mes de agosto.
El presidente muy suelto de cuerpo dijo que no quería hacer quedar mal a su bien querido ministro de Gobierno y por tanto reveló que él había dado la malhadada orden. No se trata tan solo de una confesión de parte. En realidad se trata de un reconocimiento de sus inclinaciones autoritarias que ya eran harto conocidas.
Morales se atribuye el derecho de ordenar allanamientos y atropella la jurisdicción del Poder Judicial, lo que implica una confirmación de que el estado de Derecho no existe y en realidad lo que prima es su voluntad erigida en ley suprema, por sobre todos los poderes constituidos. Ojo que la confesión fue hecha sin el menor atisbo de vergüenza. Él es juez y parte. Acusa y condena y todavía pretende que los opositores políticos, acusados sin pruebas, se queden en el país a esperar que la guillotina judicial masista les corte la cabeza.
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Un inquietante interés en la vida de los periodistas
En los últimos días algunas personas no identificadas pero que a la legua se reconoce son agentes del Ministerio de Gobierno, han mostrado un interés muy sospechoso por indagar sobre el domicilio y actividades particulares de los dirigentes del gremio de los periodistas. Varios de ellos han comentado que son seguidos a toda hora y a todo lugar y más de uno ha sido objeto de provocaciones.
Queda claro que los métodos del gobierno no son muy democráticos y también en este caso está acudiendo a la táctica del amedrentamiento. Algunos todavía opinan que no estamos viviendo en una dictadura pero es evidente que lo que estamos atravesando se le parece bastante.