Purgas plurinacionales

Arturo Yáñez Cortes

ZORRO CORTES El ultra-recontra-rapidísimo juicio de responsabilidades contra magistrad@s del Tribunal Constitucional Plurinacional que -por ahora- determinó la fulminante suspensión de dos magistradas (está en lista de espera otro) me huele más a purga política que a un juicio, esto es el realizado según el debido proceso; no sin acierto, Montesquieu decía: “El poder de juzgar, tan terrible para los hombres”. La purga o caza de brujas es un instrumento de poder que decreta el aislamiento de personas de ideología contraria al régimen o caídas en desgracia con aquél.

En la historia, existen varios ejemplos ejecutados con regímenes estalinistas, maoístas, de los Khemeres Rojos y otros, incluyendo en otro lado de la vereda al macarthismo. Así, la purga del Terror de Robespierre durante la revolución francesa que hasta acabó con aquél en la guillotina y la gran purga Soviética de 1933, con aproximadamente 400.000 expulsados del partido y el cautiverio, deportación y ejecución de los purgados. Mediante este linchamiento, se asegura que todos los miembros o deudores del partido sigan las órdenes emanadas del jefazo -¿centralismo democrático?- evitando molestas disidencias, así sean ocasionales, chispazos o arrepentimientos.



Ya en el plurinacional, el caso que nos ocupa resulta grosero para el debido proceso, pues a cualquier mortal se le pondrían los pelos en punta de sólo pensar sea juzgado por los operadores partidarios que integran –en este caso, aunque aplica también al anterior Congreso- la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde a simple vista, todos sabemos que en un caso como este con evidentes intereses partidarios: a) no se procede con base a elementales criterios técnicos para no exigir legales, a la hora de juzgar; b) no existe el mínimo atisbo de jueces independientes e imparciales, sino se obedecen criterios partidarios (se levanta la mano siguiendo las órdenes del jefazo y listo); c) así, la sentencia que se dicte no estará fundada en la valoración racional de pruebas –siquiera elemental- sino en obedecer la consigna partidaria y nada más; d) prueba de ello, es que el presidente de la asamblea ya dictó públicamente sentencia (obviamente condenatoria) –adelantando ingenuamente su diktat- exigiendo una “sentencia fuerte”, con lo que la suerte de las ajusticiadas ya está echada y sólo queda lanzarlas al ruedo de los leones oficialistas; e) lo peor de todo, es que esa sentencia a cumplirse –perdón, dictarse- si fuera apelada, será resuelta por el resto de asambleístas, con lo cual las ajusticiadas terminarán juzgadas en los hechos en única y última instancia por “jueces” que responden a intereses partidarios y no a entendimientos legales, siquiera elementales.

El tema de fondo como abogado es que jamás, ni esta asamblea ni el anterior congreso, integrada naturalmente por operadores partidarios sean del partido que sean, pueden siquiera por aproximación garantizar a sus juzgados un verdadero proceso en el cabal sentido del término, en el que procedan cumpliendo garantías mínimas universales (debido proceso) que implique entre otras, un juez independiente que pueda actuar imparcialmente, con base a criterios técnico legales -argumentos y pruebas, principalmente- a cuyo término cada juez –asambleísta- pueda votar -juzgar- según el análisis de lo probado y no consignas partidarias que ordenan desde arriba y peor, exista otro órgano también imparcial que vía impugnación revise lo así decidido; eso es imposible tratándose de órganos cuya naturaleza es precisamente partidaria, por lo que es grotesco entregarles a políticos el tremendo poder de juzgar autoridades, pues la suerte de los ajusticiados mediante procedimientos de ese tipo está decidida de antemano por consideraciones o mejor órdenes partidarias, degradando esos “juicios de responsabilidades” en burdas purgas partidarias destinadas a disciplinar y mejor eliminar a algún díscolo y de yapa, advertir a otros que quieran darse esas ínfulas, de la triste suerte que podrían correr… Por eso, Lamennais sentenció: “Cuando pienso que un hombre juzga a otro, siento un gran estremecimiento”…

Correo del Sur – Sucre