Comicios 2014: electores, encuestados y pitonisos

Comicios en Bolivia. La distancia entre encuestas y resultados electorales estuvo marcada por un contexto histórico siempre particular y complejo a excepción de las recientes elecciones celebradas el domingo.

imageInfo evolución intención de voto.

La Razón / La Paz



Cada torneo electoral aporta su dosis de sorpresa y polémica. La cuestión de las encuestas, en las que obviamente nadie cree, ha consumido el tiempo de analistas de todos los pelajes, de políticos incrédulos y sobradores, y de grupos de amigos y amigas entretenidos en el deporte rey boliviano: la política.

A los pobrecitos sondeos les han atribuido poderes curativos de campañas mal diseñadas y monumentales metidas de pata, maleficios poderosos y capacidades de lectura del futuro. Todo eso sin mencionar la tendencia a ver complots por todo lado e imaginarse a siniestros personajes manipuladores fabricando porcentajes con alevosía para perjudicar a “los buenos”.

Escenarios. ¿Cuál fue el panorama que surgió de las urnas este domingo? A estas horas, los conteos rápidos sobre una muestra de actas y el avance del escrutinio oficial son instrumentos que nos dan pistas sobre los logros y las limitaciones del ejercicio encuesteril. Estos datos nos hablan de un Presidente reelecto con el 60% de votos, Samuel Doria Medina con el 25%, el expresidente Jorge Quiroga cerquita del 10% y a Fernando Vargas y el líder del MSM, Juan del Granado, aún peleando el cuarto puesto y la continuidad de su personería jurídica con alrededor del 3%.

Para estas dos últimas fuerzas, el panorama no parece tan halagador, aunque tal como van ambos partidos lograrán un diputado en la Asamblea Legislativa.

Globalmente, las encuestas parecerían haberse acercado bastante a estos resultados, validando de esta manera la utilidad del instrumento y la profesionalidad de sus ejecutores. Sin embargo, lo más interesante es su uso para describir tendencias sobre las lógicas que intervinieron en la decisión del domingo.

En primer lugar, se ratificó la impresión de que el candidato oficialista había consolidado gran parte de su potencial electoral desde muy temprano y que su campaña habría sido sobre todo un ejercicio de reforzamiento y de ratificación de esos sentimientos y razones. En otras palabras, la reelección de Evo Morales se fue configurando desde inicios de 2013 al ritmo de la mejora de todos sus indicadores de aprobación y de los datos económicos, la elección habría sido la culminación de ese largo proceso. Uno de los grandes errores opositores fue no comprender ese escenario estructural que ya era visible en 2013.

La segunda enseñanza tiene que ver con el desempeño de Doria Medina y Jorge Quiroga. Para ellos, los vaivenes preelectorales fueron decisivos, al final la gran cuestión de la campaña acabó siendo quien de ellos lograría captar la mayoría del 30%-35% de un electorado proclive a las ideas de centroderecha. Ahí sí hubo una incierta y dura confrontación política, sofocones y dudas hasta el último minuto.

De hecho, la cuestión se dilucidó en las dos semanas previas a la elección, por esa razón las encuestas solo captaron el inicio del impulso que permitió al empresario Doria Medina alcanzar el 25% y detener el crecimiento de Quiroga, quien ahora  enarboló la bandera del Partido Demócrata Cristiano (PDC).

Como todos los sondeos lo sugerían, los valiosos puntos adicionales que captó el empresario provinieron de los más de 10% de indecisos que en esta ocasión habrían estado más cerca de la oposición y que al final se decidieron muy incentivados por los insistentes llamados al “voto útil” con los que marcó la pauta de campaña el candidato a la vicepresidencia de Unidad Demócrata (UD), Ernesto Suárez.

Decisiones. Similar situación, aunque en menor dimensión, le sucedió al Partido Verde de Bolivia (PVB) que habría alcanzado un interesante 3%, básicamente por un crecimiento imprevisto de sus votos en las zonas urbanas de La Paz. Es decir, pudo ser favorecido por una parte minoritaria de los indecisos más cercanos a las orientaciones de centroizquierda, pero no del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), que hasta el último momento no tenían opciones.

En síntesis, las encuestas mostraron su relevancia para acompañar el ritmo de la campaña electoral y tuvieron capacidad de ilustrar las indecisiones, certezas y cambios en el comportamiento de los electores. Pero sus límites explicativos son también evidentes, solo una lectura tendencial de estas cifras aporta información relevante. Efectivamente, una o dos semanas son una eternidad en una campaña sobre todo cuando la lucha es por cinco o diez puntos; no siempre el instrumento puede seguir esos cambios bruscos.

Se debe precisar que estos números dirían mucho más si se  haría el esfuerzo de leerlos desde una perspectiva más cualitativa e histórica de los procesos políticos que vive el país. En 2005, el país asistió a las urnas tras una crisis que acabó con los partidos políticos, en 2009 la elección se dio tras la compleja validación de la Constitución y en 2014, con indicadores de bonanza económica.