Chaqueño Palavecino: “Tengo que valorar que soy un privilegiado”

El fenómeno del folclore.El cantante tiene disco nuevo y hará dos Gran Rex jueves y viernes. Agradece poder cantar en todo el país.

Auténtico. A pesar del calor, el Chaqueño dice estar cómodo en su ropa de gaucho. FERNANDO DE LA ORDEN

¿No tenés calor con esa ropa?



No. Está haciendo calor. Vos con remera también lo estás sufriendo. Esta es ropa suelta. Al contrario: estoy más suelto con esto que vos con las bermudas tuyas. La bombacha, el sombrero, el pañuelo: todo es parte de lo de uno. Cuando hace calor, hace calor hasta con remera.

¿Si no te ponés el traje de gaucho te confunden con Arjona?

¿Vos decís porque le canto a la realidad? Ahora camino de gaucho en Florida y Lavalle y demoro bastante como para saludar a todo el mundo. Me hice conocido.

¿Sin el traje te reconocen?

Es lo mismo, te reconocen igual. En los pueblos a donde vayas, en los hoteles… Pero siempre voy orgulloso con la pilcha argentina. Me voy al Congreso y de ahí a la cancha de Boca vestido de gaucho. No tengo dramas. Al contrario, se sacan fotos conmigo.

Para los recitales del Gran Rex se anuncia que vas a hacer un recorrido por toda tu carrera. Son 17 discos. Dada tu costumbre de hacer recitales maratónicos, ¿le avistaste a la gente que venga con la cama?

Está programado para dos horas y cuarto, dos y media. Va a haber danza, de todo un poco. Y vamos a hacer un recorrido, sí, pero de cada disco sacaré dos temas.

Va a ser cortito, entonces. ¿Cuál fue el recital más largo que diste?

Y, por ahí cuatro horas, allá en Córdoba. En la cancha de Boca fueron arriba de tres horas.

¿Es verdad que vos y tus músicos son los que le cantan a la gente “una más y no jodemos más”?

No, la gente dice eso. No todos tienen el privilegio de que te pidan una más, o hacer conocer los temas de tu repertorio.

Uno de estos neurocientíficos que están de moda diría que tenés adicción a las endorfinas que genera el escenario.

¿Vos decís que es eso? En ese caso, todos los artistas tendrían eso. Todos. Pero en mi caso, yo me di todos los gustos: canté en todos los escenarios. Lo que pasa es que uno tiene un público que va y quiere escuchar. Y si uno canta, es porque le gusta. Si no, no hubiera cantado. El cantor, el bailarín, somos una raza aparte. Capaz que cantaba más en los asados: dos o tres días.

¿Sí?

Sí, te amanecés guitarreando. Entrás a guitarrear a las 11 o 12 de la noche después de un asado y terminás a las 6 de la mañana.  Esto es menos. Allá cantaba pa’ unos cuantos. Te imaginás si hay mucha gente y te aclaman, querés que esas dos o tres horas que estás con ellos sientan un aliento al alma de ellos.

¿No conviene dejar a la gente con ganas en lugar de empachada?

Yo creo que no se empacha nunca. Si no, no estaría en el lugar en el que estoy. Llevo 32 años ya. Estoy haciendo menos. A pedido de ustedes, estoy haciendo menos.

¿A pedido de quiénes? ¿De los periodistas o de los espectadores?

De los espectadores no creo, porque es un público que me va a ver a mí. Cuando viene Luis Miguel, si la gente puede estar cuatro horas, va a estar. No estás obligando al público. El público quiere verte, y si no te quiere ver, no te ve. Es lo más sincero que hay: si no les gustás, no va ni aunque le den las entradas. Pero si es tu público, van hasta varias veces seguidas. Al público seguidor, que te va a ver, hay que darle todo. Más en este caso, que es un espectáculo tuyo. No es un festival, donde tenés que tantear qué hay tuyo y qué no.

El problema en los festivales el problema es que si te pasás del tiempo, los que vienen después.

A veces hay un 70 % de uno y un 30% de los otros. Si veo que hay un 30% mío hago treinta minutos y me voy: hay que ser prudente en ese sentido. ¿Para qué vas a obligar? Es como obligar al amor: tiene que venir solo; si no, no sirve. Si estoy bastante en el escenario es porque hay un ida y vuelta con el público. Igual, lo estamos haciendo mucho menos ahora. No creo que sean los años, pero…

¿Cómo te preparás físicamente para estas maratones?

Yo estoy cumpliendo 55 años y estoy bien. Lo malo es el calor. A veces es preferible que haga frío y no tanto calor porque te metés en lugares con aire acondicionado y te puede producir algo en la garganta. Los viajes cansan, sí, pero en dos horas te recuperás, andás, disfrutás. Tengo un ómnibus grande, donde viajan los músicos. Y cuando puedo me incorporo con ellos, a veces hacemos los ensayos ahí arriba porque no hay tiempo. Tengo el privilegio de conocer mi país. Y, como te decía, me di todos los gustos. Hoy soy parte de los festivales, hice el Luna Park, la cancha de Boca, el Bicentenario, me han pasado cosas que no esperaba, como que el Chino Maidana me llevar a cantar a Las Vegas. No estaba preparado. Yo era un cantor de asado, de amigos, un colectivero. Tuve la posibilidad de grabar un casesito y ahí la gente empezó a hacer de jurado. Empecé a presentarme en los festivales, entré a cortar entradas, a ser un profesional. Y pasé a ser un empleador. Tengo mucha gente que depende de mí.

¿Qué dificultades trae pasar a ser el patrón?

Esto se ha hecho una empresa. Tenés que indemnizar, y todo eso. Tenés los profesionales como cualquier empresa, un escribano, un abogado, un contador. Deslindás, pero uno es la máquina. Tenés la oficina: somos como treinta en total. Somos una fuente de trabajo que a veces no es tenida en cuenta. El año pasado el arte aportó el 4% de la recaudación al fisco.

¿Cómo es la relación con los músicos al ser el jefe y no un par?

Cuando éramos menos, con los músicos hemos sido una sola cosa. Después vino más gente y hay exigencias. Con los músicos bien, aunque algunos te miran como que sos el jefe. Y sí, no soy de esos jefes que quitan el presentismo y esas cosas, pero soy la cabeza de toda esta idea. Este es un trabajo. Del 100% que se cobra, yo me llevaré el 19%, y pagando el 38% al fisco.

¿Conviene más ir a los festivales en el interior que venir al Gran Rex?

No, hay un gran público en Capital. Es tan grande este país y nos requieren en varios lados, por eso  dejé varias actuaciones de lado: no porque no quiera, sino porque no puedo. Cuando aterricé en Buenos Aires hace veinte años, se veía todo difícil, pero con el trabajo constante empecé a andar y andar. A mí Buenos Aires no me cerró las puertas; creo que no se las cierra  a nadie, pero tenés que saber abrirlas. Me gustaría vivir en Buenos Aires porque siempre nos están llamando para un programa de televisión o radio y yo estoy en Salta: para mí el gasto es doble. Y lo que se hace en Buenos Aires se ve en todo el país. Pero no quise dejar mi lugar. Vivo en Salta, tengo mi vida allá. Uno se ha ganado un lindo lugar. Tengo que valorar que soy un privilegiado. He podido domar al toro. Dios me ayudó.

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Con invitados y un cover de Fito Páez

El martes saldrá a la venta Pa’ mi gente, el nuevo disco del Chaqueño Palavecino. Traerá canciones nuevas, una versión diferente del huayno Virgencita de la Peña y una versión de Yo vengo a ofrecer mi corazón,  de Fito Páez.  El disco cuenta con varias participaciones especiales. El guitarrista Juanjo Domínguez es el invitado en el chamamé canción Aquella noche de tu partida y en la chacarera Juanangel; Los Carabajal tocaron en Chacarera de mis pagos, y Jimena Teruel, en la zamba La Felipe Varela. El resto de las canciones: la zamba Salta en mi voz, la chacarera La peor es nada, el gato El Zorrito, la cueca Perfumada flor, la chacarera No te olvidarás, la chaya Vivir y chayar, el huayno Será porque será y, como bonus track, Dale Chino.

Este último, al igual que Salta en mi voz y Virgencita de la peña cuentan con música compuesta por el propio Chaqueño Palavecino. “Tengo -dice él- muchas más cosas escritas, pero no me animo a largarlas. Yo me considero un intérprete y así me defino”.

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El juicio por su guitarrista histórico

El 29 de agosto de 2012 murió, a raíz de un cáncer linfático, Oscar “Chato” Bazán, guitarrista que acompañó al Chaqueño Palavecino durante 26 años. El año pasado, la familia del Chato le inició acciones legales a una de las empresas del Chaqueño: reclamaba $480 mil en concepto de indemnización y pólizas de seguro por fallecimiento. “Está todo arreglado”, dice Palavecino. “Le tengo un gran cariño al Chato, pero él no murió en el escenario ni de viaje,  estaba enfermo. Lo ayudé mucho en su enfermedad: mientras él no podía trabajar, se le pagaba su plata. Lo acompañé hasta último momento. Mientras estuvo con vida, me lo agradeció. Yo lo que lamento es su muerte, por su gran capacidad como músico y como persona. En cuanto a lo otro, cumplí con lo que tenía que cumplir. Se pagó lo que arreglaron los profesionales”.

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Dos noches en el Gran Rex

El Chaqueño Palavecino cantará el jueves y viernes próximos a las 21 en el Gran Rex (Av. Corrientes 857, entradas desde $180). El show se llama “Recordando ayeres”, porque recorrerá cada uno de sus discos.

 

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Fuente: clarin.com