El día en que Peters redactó el hábeas corpus en papel higiénico

El documento es Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).

Anahí Cazas  / La PazApenas el abogado Reynaldo Peters ingresó a la celda  «El Tropezón”, empezó  rápidamente a pensar  en cómo recuperar su libertad. En medio de la oscuridad y junto a más de 15 presos políticos   capturados en  la dictadura de Hugo Banzer Suárez, allá por 1972, el hombre,    entonces  de 24 años, ideó redactar un hábeas corpus en un pedazo de papel higiénico.



«Lo primero que piensa un hombre cuando pierde su libertad es  en recuperarla”, dice  hoy  Peters, quien  después de más de 40  años de  su detención   aún  recuerda cada detalle de cómo ideó y  escribió este   recurso   jurídico en  la fragilidad de un pedazo de papel higiénico. Hace dos semanas, este documento  ingresó al registro de Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco).En 1972, Peters fue detenido  porque era   jefe de la avanzada universitaria y porque firmó, junto a otros líderes del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), un documento que criticaba  el pacto que hizo su partido con  Banzer.

El día que ingresó a la celda «El Tropezón”, el joven abogado buscó una ventana  o una reja abierta para escapar. Sin embargo, luego de   unas  horas, se dio cuenta que era imposible, pero nunca se dio por vencido.  «Estábamos  presos en un cuarto muy pequeño”, recuerda.De rato en rato, el joven miraba y escuchaba los murmullos de los otros presos políticos encerrados en un patio, ubicado a unos pasos de su celda.  «Era difícil pensar en fugarse, pero yo seguía pensando  en la   libertad”, dice.

 Peters  ya llevaba   más de 12  días encerrado e incomunicado. Sentía que moría poco a poco en la celda, pero nunca se dio por vencido. En su decimotercer día en  prisión, el abogado   se enteró que   su familia le iba a llevar un cambio de ropa.    «Estaba con la misma ropa desde el primer día de mi detención. Algunas noches teníamos la oportunidad de  lavar los calcetines y la  ropa interior”,  comenta.Cuando   Peters recibió la noticia   de que le dejarían ropa limpia, pensó en comunicarse con sus familiares para que sepan que estaba prisionero en ese lugar. «Había mucha desinformación. Muchas veces  los familiares llevaban ropa o algunos alimentos  a un preso   político a  un determinado lugar, pero la persona que buscaban no estaba en ese lugar”, cuenta.

Sin pensarlo dos veces, Peters decidió escribir el  hábeas corpus en  el pedazo de papel higiénico que le correspondía. A diario dotaban a su celda un rollo de ese papel, y los presos se lo repartían entre todos.Al principio, la idea del abogado fue criticada por sus compañeros de celda. «Me decían que yo estaba loco, que no iba a ser posible,  que no me iban aceptar y  que me iban a rechazar”, dice.Pero,  el abogado tenía la convicción de salir en libertad y siguió adelante.  «Mis compañeros me decían que no podría sacar el hábeas corpus  de la celda, pero soy una persona que cree mucho  en la Virgen del Socavón, y me encomendé a ella”, asegura.

El día que Peters sujetó el papel higiénico para   redactar el recurso jurídico se  dio cuenta que  no tenía un  bolígrafo o un lápiz para  escribir.Antes de ingresar en  la celda, los policías  le quitaron al jurista el lapicero, el cinturón y los cordones de sus zapatos. «No tenía con qué escribir, pero en una esquina de la celda encontré  un  repuesto de una puntabola seca, de esas antiguas de tinta seca. Era un repuesto totalmente seco”, recuerda. Sin embargo,  el hecho de encontrar ese  antiguo bolígrafo con tinta seca, parecía un milagro, una señal divina para seguir adelante.

Decidido y con  la ayuda de una vela,  Peters logró derretir la tinta dentro de una pequeña  tapa de crema de betún para zapatos que usaban como cenicero.Luego, una vez derretida la tinta del bolígrafo,  el prisionero usó un   palito de fósforo y creó  su  propia    pluma fuente. Después, sin perder más tiempo, empezó a escribir el hábeas corpus.El joven redactó  el recurso  en las noches, cuando los guardias apagaban las luces. «Fue a la luz de la vela que escribí el  hábeas corpus. Mis compañeros tapaban la reja que daba al patio de tal manera que me avisaban cuando los agentes se acercaban al lugar”, cuenta.Y es que   Peters   había contagiado  el sueño de libertad a sus compañeros.  «Ellos  me hacían  una especie de cerco para que  yo en el piso  escriba el hábeas corpus en papel higiénico”, asegura.La dirección que puso en el recurso  fue el nombre de la celda donde se encontraba, «El Tropezón”, ubicada en la calle Ayacucho esquina Comercio.

Cuando llegó el día esperado, el abogado  enrolló el pedazo de papel higiénico en sus medias sucias. Devolvió el maletín en que Rosario Sánchez B., su entonces esposa, le había llevado ropa limpia. En parte del papel, Peters escribió las instrucciones de cómo se debía proceder.Pidió a su esposa que evitara que se lo quiten, que lo llevara a los tribunales y que peleara porque se lo acepten. Eso fue lo que hizo Rosario. El recurso fue aceptado, aunque el régimen hizo todo para que no procediera. Peters cuenta que se defenestró a los magistrados que le dieron curso, y que el tiempo de su tramitación duró más de lo debido (al menos cuatro meses) hasta que un auto supremo de la Corte Suprema de Justicia lo rechazó. No obstante, el menoscabo hacia el régimen estaba consumado. Después de que la prensa difundiera la noticia, se comenzó a hablar de los presos políticos y de las torturas.

Con esa acción salieron muchas personas que estaban en esa condición, porque «mucha gente se fue colgando de ese humilde papel para conseguir libertad”, comenta el abogado.Pero Peters fue el último en salir libre. «Yo había hecho el hábeas corpus y tenía que ser castigado. El castigo del régimen  fue poner a muchos compañeros en libertad antes que a mí”, dice.

  Peters estuvo encerrado en la  celda  «El Tropezón” durante  casi medio mes. En el decimoquinto día,   salió la primera nota periodística sobre  el hábeas corpus en papel higiénico. El reportaje fue  publicado en el entonces  diario Última Hora.Tras la publicación, Peters fue sacado  de la celda «El Tropezón” y fue llevado al Ministerio del Interior en un jepp. «Estaba totalmente enmanillado, tenía esposas en los tobillos  y las manos”, recuerda.Entonces, al salir del jepp, Peters perdió el equilibrio, pero el guardia pensó que el abogado quería saltar y escapar.  «Fue en ese  momento en que  el guardia me pegó el culatazo en la nuca  que me hizo  saltar las retinas”, cuenta, ya que por culpa de ese golpe  casi ha perdido el sentido de la vista.Luego,  lo llevaron a un lugar desconocido y le echaron agua para que pudiera despertar. Entonces, se dio cuenta que estaba en el bosquecillo de Pura Pura y en el lugar  lo ataron en un árbol con la intención de fusilarlo. «Prepararon sus armas y dispararon. Pensé   que me dispararon y  que ya estaba muerto. Luego, escuché sus risas  y me amenazaron que la próxima vez me matarían de verdad”, dice.  Luego,  Peters fue encerrado en  una celda en  Viacha. Desde 1972 hasta el momento en que se recuperó la democracia en Bolivia, el abogado fue detenido en varias ocasiones.»Recordar es muy doloroso, pero no guardo rencor.  Pienso que cuando uno lucha por sus  ideales tiene que estar dispuesto a sufrir todo tipo de cosas, esa es la vida de un político”, dice.

 «Hábeas corpus en papel higiénico es un emblema de la democracia”

¿Qué significa para usted que  la Unesco haya declarado Memoria del Mundo al  hábeas corpus en papel higiénico?El hábeas corpus en papel higiénico nos dice que el hombre lo último que tiene que perder es su libertad, y que tiene que luchar por cualquier medio y cualquier circunstancia por la libertad.Este documento es una muestra de la lucha por la recuperación y por la instauración de la democracia. Entonces, es  una bandera de lucha, es  el papel higiénico frente a la metralla asesina, es un papel higiénico frente a los dictadores. Por esa razón, este reconocimiento es muy importante.¿Alguna vez usted ha pensado que este recurso  tendría tanta repercusión?No, indudablemente que no. Lo que yo pensaba en el momento que yo escribía el hábeas corpus en papel higiénico era en  recuperar mi  libertad. Yo quería recuperar mi libertad, es un valor por el que siempre he luchado.  Nunca he pensado que este documento cobre tanta  notoriedad en esos años y ahora. El hábeas corpus no solamente ha logrado mi libertad;  gracias a este documento  varios compañeros que se encontraban detenidos salieron libres. Nunca he pensado que el documento sería reconocido por colegios de abogados e instituciones internacionales. El hábeas corpus en papel higiénico es un emblema de la democracia y la sociedad.

Fuente: paginasiete.bo