Se refirió a la situación que vive el país y el trabajo que deben encarar los gobernantes para solucionar la crisis. Destaca la solidaridad de la gente
Fuente: El Deber
Monseñor Nicolás Castellanos llegó al Plan Tres Mil hace 33 años y gestó el proyecto Hombres Nuevos que hasta hoy sigue ayudando a los más necesitados. Canaliza apoyo a proyectos sociales y también en áreas de salud y educación.
Abrió las puertas de su hogar en la ciudadela Andrés Ibáñez, a la que ha visto crecer en más de tres décadas y desde donde también vive y siente lo que pasan todos los bolivianos. Habla de las necesidades de la población, del trabajo que deben encarar las autoridades y los que aspiran a llegar al Gobierno.
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¿Cómo ha podido llegar Hombres Nuevos a tantas zonas empobrecidas del país?
Hace 33 años que llegamos a Bolivia, pero la fundación se fundó en 1999, siete años más tarde.
Veníamos con un espíritu muy abierto: hay que responder a las necesidades reales y sentidas de la gente. Por ejemplo, no pensaba hacer iglesias, pero cuando íbamos por los barrios hacíamos pequeñas asambleas con la gente y cuando levantábamos el diagnóstico la primera, la segunda y la tercera necesidad eran templos. Y eso porque primero está la necesidad de estar bien con Dios y luego vienen las escuelas y los hospitales. Hemos hecho 23 iglesias, siempre a petición de la gente, 121 escuelas en todo el país. La última la acabamos de hacer ahora en el Plan Tres Mil, detrás de la Ciudad de la Alegría.
Una de las últimas cosas que hemos hecho son reservorios de agua para riego, esto en el Gran Chaco, en Caraparí, donde hicimos 14. La gente estaba desesperada y ha venido el progreso y la prosperidad, porque sin agua no podían mantener la producción.
-¿Qué ha cambiado desde que usted llegó al Plan Tres Mil?
Ha cambiado sustancialmente, cuando llegamos, una legión de niños lustrabotas salía todos los días, eso ha desaparecido. Por las tardes, sobre todo las niñas salían a vender el pan que hacían sus abuelitas, tampoco ya ninguna sale. Ha habido un cambio de los habitantes que eran 75.000 y ahora son 500.000. Comparto una anécdota que muestra un poco la historia del Plan Tres Mil, una persona sufría un infarto y tenía como una hora de vida, pero no había taxis ni calles pavimentadas, el traslado en carretilla al hospital tardaba una hora y media, por lo que no resistía. Esos son casos dramáticos que he vivido.
Cuando vinimos hace 33 años, niños y niñas en el Plan Tres Mil se morían de hambre. Terrible que, en el 1992, pase esa situación. Cuando estaba por la calle los niños me abrazaban y decían: padrecito tengo hambre. Les dabas un quinto y se iban a comprar pan. Era frecuente ver en las calles a niños bajo una luminaria haciendo los deberes de la escuela y cuando le preguntabas por qué estaban allí, respondían: es que mi papá no ha pagado la luz y nos las han cortado. Toda esta situación ha desaparecido.
-¿El país está en crisis, cuáles son las mayores angustias de la población que usted ve en el día a día?
Hay un contraste. La crisis terrible, agobiante que está padeciendo el país en todos los sitios, y nosotros este año hemos conseguido 23 proyectos. Cuando hay crisis, es cuestión de organizarse bien, este país es rico, somos el reservorio de litio, no hay derecho que estemos en la miseria en la que estamos.
La culpa la tienen nuestros gobernantes incompetentes, incapaces y abusivos, porque lo que están es robando más que sirviendo, eso hay que decirlo claramente.
-¿Qué deben hacer los gobernantes para llegar a la población que no tiene para comer ni para el transporte público?
Lo primero, hay que superar a la corrupción, porque aquí forma parte de la cultura ser corrupto, ese es el mal. Me acuerdo cuando salió Evo todos dijimos que bien, porque había dicho corrupción cero, pero ha sido el Gobierno más corrupto que ha habido en Bolivia. Así no se puede. Los gobernantes deben buscar el bien común de la gente, pero solo buscan enriquecerse, robar el dinero de la gente pobre del país.
Hay que decirlo con claridad, tenemos todo esto porque la gente confía en nosotros. Ahora hemos terminado la última escuela, una infraestructura que si la hace el Gobierno o el municipio vale un millón (dólares), pero si la hacemos nosotros cuesta 300.000 dólares, esa es la diferencia.
-¿Luego de la bonanza económica que tuvo Bolivia, usted cree que ha mejorado la calidad de vida de los más pobres, en relación a cuando llegó al país?
Sí mejoró, hay que reconocer. Yo que llevo aquí 33 años, la calidad de vida de la gente está mejor que hace 20 o 30 años, pero tendría que ser mucho mejor si hubiera menos corrupción.
-¿A qué se debe apostar para mejorar la calidad de vida de la gente?
Nosotros lo tenemos claro, la educación. Hemos hecho 123 escuelas y tenemos 18 colegios de convenio, estamos dándoles calidad a la educación porque un país cambia el día que cambia la educación, un país que no invierta en la educación no invierte en desarrollo social.
Nosotros tenemos programas para mejorar la formación de los padres y de los profesores, para de esa manera tener ciudadanos bien formados, bien capacitados y que busquen el bien de todos.
-¿Cuáles son los principales problemas del país, desde su perspectiva?
Hay un problema económico angustiante, no sabemos en qué va a terminar esto, entonces eso preocupa. Otro problema importante son los constantes paros y bloqueos, porque eso paraliza la vida y el desarrollo del país. La corrupción es otro cáncer que invade el país, que impide que haya un desarrollo, que siendo un país rico seamos uno de los países más pobres del mundo.
En América Latina, después de Haití, Bolivia es el país más pobre. Aquí todo se arregla parando.
-¿Si dejamos a un lado a los políticos, qué es lo que la población debe transformar?
Tendríamos que tomar conciencia, en primer lugar, para elegir políticos, para que no sean corruptos. Luego, la formación cívica es fundamental. Por ejemplo, ante esta situación que estamos padeciendo, la sociedad civil tendría que reaccionar. En cualquier país del mundo que no haya diésel, que no haya gasolina, que no haya aceite y que no haya arroz, ya hubiera habido un cambio de gobierno. Aquí estamos viviendo en la miseria y la gente es demasiado pasiva, la sociedad civil tendría que tomar conciencia de que hay que exigir a los gobernantes otra Bolivia progresista, moderna, de libertades y no estar con esta Bolivia de dictaduras, de presos políticos, etc.
-¿Cómo despertar esa conciencia cívica?
Es un trabajo a largo plazo, fundamentalmente el cambio tiene que venir desde la escuela, donde hay que formar ciudadanos libres, responsables y solidarios, porque ellos serían los que hagan el cambio. Por ejemplo, en China tienen 14 horas de clases al día, mientras que aquí tenemos tres horas y media. Esos países de Asia han cambiado, porque cambió la educación, la escuela.
Tenemos un sistema educativo del siglo XIX, profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI. Si hay una cosa interesante que hay que remarcar, que cuando voy a Europa lo resalto siempre, es que en el norte hay todos los medios para vivir y se dice que es la sociedad del bienestar; y en el sur carecemos de casi todos los medios, pero nos sobran razones para vivir, porque aquí la gente baila, es alegre, es festiva. El pueblo boliviano tiene grandes valores, es el ser más comunitario, solidario, le gusta compartir, tener alegría y tener un sentido de fiesta.
-¿Estamos próximos a una elección nacional, qué deberían incorporar los candidatos a sus planes de gobierno?
Lo primero que hay que pedirles a los políticos es que salgan de esa cultura de corrupción, que no sean políticos para robar, para beneficiarse, sino para servir al pueblo, empezando por los más vulnerables, eso sería lo más fundamental. Creo que en Bolivia el contrabando, la extorsión, la corrupción impide que la gente viva bien, siendo un país rico. Tenemos todas las posibilidades, en litio somos el país reservorio del mundo, que se usa en la informática y en todo lo digital.
Hombres Nuevos ha demostrado que otra Bolivia es posible: una Bolivia democrática, de libertades y, si empleáramos los recursos en ayudar al pueblo y en resolver los problemas, no seríamos el país pobre que somos.
-¿Cómo cree que debe encararse la salida de la crisis económica pensando con equidad social?
Creo que los ricos, los que poseen medios debían de aplicar la responsabilidad social. Hay empresarios que la aplican, que la resuelven, pero tendría que ser más generalizado. Creo que habría que animar y alentar a los empresarios, porque el país necesita crear puestos de trabajo. Un problema serio que tenemos es que un 82 por ciento del trabajo es informal, que no paga impuestos y en consecuencia la educación, la salud y las carreteras son fatales. Un empresario de Santa Cruz me comentó que solo paga impuestos un 18 por ciento en Bolivia, así no se puede sostener.
-¿Los políticos cómo tendrían que hacer frente a esta crisis?
Tendrían que estudiar el tema y ver la forma de salir de la situación donde estamos. Ahora estamos en víspera de las elecciones, todo mundo está prometiendo salir de la crisis, pero llegan al poder y no ponen los medios suficientes, empezando por suprimir toda corrupción y todo contrabando, porque todo eso empobrece al país.
-¿Qué sueña usted para Bolivia, para Santa Cruz?
Santa Cruz es una región de mucha prosperidad, ofrece mucho a la nación. En este momento estamos en un dilema, no sabemos cómo va a terminar todo esto, ¿terminaremos en la pobreza de Venezuela, de Nicaragua, de Cuba? Nunca hubo una situación tan negra, tan negativa, como la que tenemos ahora. Esperemos que haya un cambio de Gobierno y que los próximos gobernantes tomen en serio la crisis y apliquen las medidas adecuadas para salir de la crisis, porque siendo un país rico no hay derecho que haya tanta pobreza.
– ¿Cuál sería para usted la Santa Cruz ideal?
Una Santa Cruz donde superemos las desigualdades. El problema mayor de Bolivia es que es el país de mayor desigualdad de América Latina, entonces lo importante sería que hubiera una distribución mejor de la riqueza, crear puestos de trabajo, hay que superar ese 82 por ciento de trabajo informal, muchos son comercios en la calle que no pagan impuestos, entonces habría que superar todas esas lacras que tiene nuestra sociedad. Todo esto lo harían gobiernos que tengan voluntad política de servir al pueblo, de no servir a los corruptos y de buscar la justicia social por encima de todo.
-¿Qué mensaje le deja al país en esta Navidad?
A pesar de la crisis en que vivimos, como personas humanas y como creyentes nunca tenemos que perder la esperanza, todos tenemos que arrimar el hombro, que los problemas que tiene el país no solo son de los políticos, sino también de la sociedad civil, todos tenemos que arrimar el hombro para solucionarlos. Por ejemplo, una de nuestras mayores inversiones en esta Navidad es para dar la cena de Nochebuena al pabellón de los enfermos de tuberculosis de Palmasola; a las 650 mujeres que hay en Palmasola, el día de Navidad y de Año Nuevo, les damos un chocolate y unos panetones. Nos han escrito los adultos mayores de la cárcel que necesitaban 30 colchones, hemos gastado Bs 8.000 en comprarlos. A cuatro siquiátricos les hemos dado un aguinaldo de Bs 10.000 a cada uno, estos pequeños gestos que hace Hombres Nuevos los podemos hacer todos y podríamos de esa manera reducir las fronteras de la pobreza.
Entonces, un mensaje de solidaridad: Jesús pobre nace para que todos seamos ricos, todos vivamos bien y todos seamos felices.
No nos olvidemos, somos felices en la medida que hagamos felices a los demás.
Fuente: El Deber