La oposición política es sumamente raquítica al punto que sus opiniones no son tomadas en cuenta para nada en la Asamblea Legislativa dominada totalmente por el gubernamental MAS. Cuando se los convoca es para que con su presencia legitimen las determinaciones que ha tomado de antemano el partido de Evo y puedan decir que son muy demócratas y que los opositores son tomados en cuenta cuando la realidad es muy diferente.
Protesta. Senadores de la oposición se visten de reos en rechazo al artículo 16 de la ley contra el racismo que limita la libertad de expresión (Foto: AFKA)
Existen muchos ejemplos al respecto. Los proyectos de ley son conocidos por los opositores solo cuando son leídos velozmente en las plenarias, mientras los oficialistas dormitan y solo despiertan para levantar la mano y aprobarlos “sin cambiar una coma” del original que manda el Ejecutivo.
La participación de los opositores también es coartada en las diferentes comisiones que casi en su totalidad están en manos oficialistas. Pero no contentos con ello los masistas al parecer están dispuestos a cerrarles el mínimo resquicio de participación. Sencillamente no quieren escucharlos y quieren reducir el tiempo en el que pueden participar en la sesiones de la Asamblea.
Los oficialistas dicen que los opositores no aportan, lo que en el lenguaje avasallador que usa el MAS, simplemente quiere decir que no son muy dóciles y por tanto deben perder hasta el derecho al pataleo. Lo evidente es que las clavijas se están ajustando de forma sistemática y que el derecho a pensar diferente, hablar, no ya siquiera a disentir, está siendo negado de forma cada vez más evidente a todos los bolivianos. Habrá que rezar para que la oposición política y la ciudadanía agucen la imaginación en la búsqueda de alternativas de expresión democráticas, para resistir la intolerancia y el autoritarismo oficial.
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Antineoliberales de dientes para afuera
La persistente elevación de precios de la mayoría de los productos de primera necesidad está demostrando que el discurso antineoliberal que utiliza el MAS no pasa de ser simple palabrería, demagogia pura que cada vez convence menos. Resulta que de acuerdo al decreto supremo 21060, mostrado como la esencia del neoliberalismo, los precios de los artículos son fijados de acuerdo al juego del mercado.
Sin embargo, ante la inexistencia de una política nacional que pueda garantizar un normal abastecimiento de productos y a precios adecuados, el gobierno pide que los municipios controlen los precios por la vía coercitiva lo cual iría contra una norma que está vigente. Si es que el Poder Ejecutivo quiere efectuar un control de precios ¿Por qué no deroga el 21060? ¿Que es lo que lo detiene?
Hay varias razones. La primera es que el Ministro de Hacienda, Luis Arce, a pesar de su discurso tiene una formación neoliberal comprobada cuando era el “leal” colaborador del ministro de Gonzalo Sánchez de Lozada, Javier Comboni.
Otra de las razones surge de la constatación que cuando hay razones estructurales para la elevación de precios, las medidas coercitivas resultan absolutamente ineficaces. En estos casos se sabe que el remedio puede resultar peor que la enfermedad.