Carlos Marx nos explicaba: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social (su práctica social) es lo que determina su conciencia”. Vale decir que yo soy mis circunstanciasToda práctica social y política tiene una base cultural y de vida, este comportamiento se alimenta de la historia e ideología de cada pueblo y en el marco de la democracia, un buen ciudadano trabaja para vivir en paz y progresar y esto solo lo puede hacer en un Estado democrático, que promueve la libertad, la paz y la armonía social.La responsabilidad ciudadana, que es la esencia de la democracia, implica que todo ciudadano se relaciona con la comunidad en el ámbito social, económico y político, se compromete con ella, cumple sus obligaciones y respeta los derechos ajenos.Principios y valores ciudadanos.Nos dice Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”.Nuestros valores sociales y económicos son fruto de nuestras circunstancias y los procesos sociopolíticos, en los cuales las acciones de las personas y sus efectos, tanto útiles como negativos van configurando un conjunto de normas y valores de comportamiento social, las que a través de su desarrollo y mediante su transmisión al entorno de la familia y la comunidad, van conformando un sistema de creencias y valores que orientan y regulan la vida de la sociedad.
En el populismo cocalero, los ciudadanos viven con temor a la autoridad y sujetos a permanentes presiones, exigencias de sobornos y coimas, por lo que ellos usan toda clase de atajos para sortear la prepotencia de los caciques y de la casta burocrática, esto con el fin de sobrellevar la ausencia de un Estado de derecho.
Para sobrevivir bajo el modelo populista cocalero, la mayoría de las personas lo hacen practicando una economía primaria y extractivista, de bajo nivel tecnológico y en un ambiente de corrupción y cultura autoritaria de la jefatura sindical y corporativa que gobierna actualmente el país.
En este gobierno masista, con ausencia de Institucionalidad, seguridad jurídica y ambiente de anomia, se induce e impulsa a muchas personas, para poder sobrevivir, a dedicarse a las actividades informales y así conseguir ingresos económicos. Generalmente, lo logran dedicándose al cultivo de la coca, el contrabando y trabajos precarios.Pérdida de principios y valores éticos y democráticos.
Ante la ausencia de oportunidades de vida y de trabajo dignos en el Estado Plurinacional, lamentablemente estamos perdiendo el rumbo correcto de la sociedad, cada día vemos la pérdida de principios y valores éticos y democráticos y la implantación de los valores populistas y masistas que la población adopta para sobrevivir.
Los líderes masistas ofrecen lo que tienen. Lucho ofrece acceso a los privilegios del Estado y las subvenciones y Evo ofrece acceso a la coca y sus privilegios. Ahora cuando el Estado está quebrado, se acaba la plata y las pegas y nuevamente repunta Evo y la coca. Como consecuencia se ha arraigado el modelo populista cocalero, la corrupción se ha vuelto una práctica extendida en el manejo del Estado y las personas encuentran como única salida corromperse para sobrevivir, pues consideran que ya no existe espacio para la gente decente, para la ética personal y el respeto a las leyes y normas de convivencia democrática. Es así como se configura la forma de vivir y de actuar de gran parte de la población boliviana, la que es imprescindible cambiar.
El Estado cocalero Chapareño que manda en Bolivia, es autónomo e independiente del Estado Plurinacional, antes República boliviana.
El Escudo de la Federación de cocaleros del Chapare grafica sus objetivos:
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Un manto blanco, sobre este una gran hoja de coca y sobre ella entrecruzados un machete y un hacha. Esto define claramente su objetivo: Hacer plata con toma de tierras, tala de bosques, siembra de coca y producción de polvo blanco.
Leí en diario El Día, que un Experto internacional en materia de corrupción que visitaba Bolivia, luego de analizar la cultura popular y a los políticos, llegó a la conclusión de que:
“En este país es imposible reducir la corrupción a cero, y recomendó no hacerlo, al menos no de manera radical, pues el país caería en un caos”.
El opinaba que los sobornos, las coimas y toda clase de atajos que toma el boliviano en su vida cotidiana, son el modo que ha encontrado para sobrevivir, sortear la burocracia, sobrellevar la debilidad del Estado y obviamente es la forma de supervivencia de millones de bolivianos ante la ausencia de institucionalidad y oportunidades de trabajo dignas.
Esto implica para nosotros, los demócratas liberales, que la solución debe ser integral, cambiar de raíz el modelo populista cocalero, su cultura y erradicar a todos sus dirigentes. Si no cambiamos a la gente con este comportamiento populista, jodidos, estamos todos.
Ante esta crítica situación, lo lamentable y peligroso es que los ciudadanos hemos perdido la voluntad de defender nuestra vida, nuestros derechos y los de nuestras familias, con lo que con esta actitud blandengue y derrotista nos condenamos a continuar soportándolos por siempre.