El Mutún a la hora de dejarnos de mentir


Pablo Javier Deheza

deheza2 Ayer lunes tenía que firmarse una adenda al contrato entre la ESM y la Jindal para poder "destrabar" las inversiones y comenzar a hacer realidad el proyecto. Al menos eso es lo que dicen las intenciones -¿intenciones serias o de alacitas?- y las palabras.

Más allá de ambas, está la realidad práctica y concreta de los hechos y las cifras. Se podrán firmar miles de adendas, podrá el gobierno multiplicar promesas, inventarse culpables y argumentar con sofismas cuanto le de la gana, y sin embargo la línea final es que el Mutún no se realizará. Y la verdad sea finalmente dicha de manera clara, ya está bueno de mentirnos y de llenarnos la cabeza con ilusiones sin asidero en la realidad.



Ni existen las condiciones económicas por parte del Estado boliviano para acompañar con las inversiones correspondientes a la inversión de la Jindal, ni existe tampoco la voluntad política para que este proyecto se realice. Mientras no se asuman éstas realidades poco y mal se podrá argumentar a favor del Mutún y de los intereses de Santa Cruz.

¿De dónde imaginamos que el Estado boliviano está en condiciones de duplicar en los siguientes cinco años la producción de gas para viabilizar el Mutún (USD 5.000M en inversión más USD 2.000M para sostenimiento)? ¿De dónde va a sacar el Estado boliviano los recursos para el tendido de tubería que lleve el gas hasta el Mutún (USD 600M)? ¿Qué hay de la inversión en carreteras, vías férreas y el megapuerto (USD 400M)? ¿Cómo se piensa proceder con el tema de la adecuación de la Hidrovía (No se han iniciado las negociaciones con los países involucrados ni hay estudio de impacto ambiental para los trabajos que se requieren hacer)?

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Eso en cuanto a las realidades objetivas respecto a lo que te toca al Estado boliviano.

Ahora bien, el gobierno boliviano tampoco tiene la menor gana de llevar adelante este proyecto. Por un lado porque eso significaría definitivamente la consolidación de Santa Cruz, y por mucho, como la gran potencia económica del país. Si hoy en día Santa Cruz ya participa con un 35% en el PIB, con el Mutún en marcha fácilmente estaría rondando el 50% del PIB. ¿De qué se trataría entonces un Estado plurinacional aymarista cuando la fuerza productiva del país está en el oriente y específicamente en el departamento que, fruto de su propio mestizaje, es la antítesis de la visión de país que tiene este gobierno? ¿De qué se disfraza el gobierno para explicar que los pseudodivinos aymaras no son los ángeles salvadores del país sino que más bien es el mestizaje oriental, e invisibilizado por las treinta y seis nacionalidades originarias planteadas por el MAS, quien saca adelante a Bolivia? ¿Qué hace el gobierno andinocentrista cuando los del oriente se den cuenta de que el Estado boliviano les es propio a punta de prepotencia de trabajo?

Por otro lado, el Mutún significaría que miles de bolivianos de todo el país acudirían a ser parte activa y productiva del proyecto y que le deberían su bienestar a la inversión extranjera y capitalista. Es decir que quienes vayan a trabajar al Mutún no constituirían masas fáciles de manipular para el MAS. Al contrario, al ir asentándose en el oriente y al ir adquiriendo conciencia de que su bienestar no está ligado al Estado paternal sino al destino de la región, esos trabajadores serán voces mucho más fácilmente contestatarias al MAS antes que ovejas de su proyecto.

Basta con ver el tamaño de la ESM -una oficina sin pena ni gloria en el sexto piso del edificio Casanovas de la capital cruceña, con apenas unos escritorios y sin asomo de tener el personal requerido para manejar una inversión de miles de millones de dólares-, para entender que al gobierno boliviano no le importa en lo más mínimo gestionar apropiadamente el Mutún.

Pero además, a lo anterior sumémosle la incapacidad consumada, contundente y ya más allá de toda duda, de la dirigencia cruceña para argumentar con propiedad las cosas centrales como se deben; si acaso alguna vez lo intentan y no terminan el ya acostumbrado ejercicio de exabruptos y alucinaciones. ¿Cómo es posible que no haya una línea política clara, efectiva y lúcida sobre este tema por parte de las autoridades electas del departamento y que quienes estén llevando en solitario la voz al respecto sean las autoridades cívicas de la provincia Germán Busch? ¿Acaso el Mutún es un problema solo de la provincia? ¿No existen autoridades departamentales electas que están ahí precisamente para defender los intereses del departamento?

Pero claro, como en el caso Mutún no habrá fotos en cabildos ante la multitud sino talón, planta y punta, nadie asume. Es irresponsable, deprimente, culposa, negligente, impropia y hasta indigna la participación nula de las autoridades electas del departamento en el tema del Mutún. No es con ellos la cosa. ¿Entonces, como para qué están? ¿Les vale un bledo también el departamento y los anhelos de los cruceños? ¿O con que se suban sus salarios ya nos debemos dar por contentos? ¿Como ya fueron elegidos ahora debemos contentarnos con que, como si fuera la gran cosa, salgan en los medios a declarar acerca de si acatan o no el año nuevo aymara o acerca la pertinencia o no de la compra del avión presidencial?

Así no va a dar.