Todo estaba listo para esperar al Tata, al abuelo, el padre, el tío, el vecino. Decenas de parientes y amigos se dieron cita en la casa de Omar Reygadas, para darle la bienvenida. El hombre venía del infierno subterráneo, de vuelta a su casa con patio en desnivel, galería y arboleda en el centro de Copiapó.
Omar es uno de "los 33". Minero de toda la vida, el del 5 de agosto vivió su tercer derrumbe en un socavón, aquí en el norte de Chile. Luego, la estadía bajo tierra lo vería ejercer su liderazgo, como uno de los tres jefes de grupo encargados de facilitar la convivencia. Él encabezaba el equipo del nivel Refugio y, según cuentan, se encargaba de mantener el orden y hacer los pedidos a la superficie para satisfacer las necesidades de sus compañeros.
A 70 días de aquello, Omar, de 56 años, se pasea con su ropa pulcra y su sonrisa grande entre los seres queridos, ya sin los lentes de sol que debió usar para salir a la superficie sin dañarse la vista. Ahora las gafas las lleva su hijo mayor, Omar junior, colocadas encima de su gorra como si se tratara de un trofeo, mientras ofrece carne asada y cervezas a todos los que quieran celebrar.
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Noticias: BBC.