La ética, motor intangible del éxito japonés


V. Almte. Ismael Schabib

schabib_thumb_thumb Sólo para recordar lo básico, la moral es el conocimiento y la práctica de la ley, las normas y las buenas costumbres, y la ética es el conocimiento y la práctica de principios y valores.

Puede haber leyes injustas si no están hechas con ética, con espíritu de justicia, porque se las crea mal intencionalmente para perjudicar o favorecer a alguien, o por incapacidad.



A la ley se la hace cumplir hasta con el empleo de la fuerza, la fuerza de la justicia es la razón. La ética dignifica a la moral, pero no viceversa.

Aunque parezca una herejía, en mi modesto entender, Cristo es el campeón de la ética, por darnos una doctrina basada en el amor y sus derivaciones como la solidaridad, igualdad, fraternidad, justicia, caridad, tolerancia y libertad.

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A través de Internet circula el extracto de una conferencia que ofreció Carlos Kasuga Osaka a los alumnos de una importante Universidad de México, titulada “Los aspectos más importantes de la cultura empresarial japonesa”, que contiene un subtema: “De la productividad en el Japón Vs. México”.

Les dijo que en el país asiático la productividad se basaba en: Educación, Actitud ante la naturaleza, Religión y Actitud ante la vida.

Una educación donde se inculca la honestidad, puntualidad y limpieza. Señaló que esa educación se basa en: El bien ser, el bien hacer, el bien estar y el bien tener.

Sobre la Actitud ante la naturaleza, expresó que no se conforman con mirarla, sino que tratan de mejorarla.

En cuanto a la religión indicó que cuando están en la iglesia le ofrecen a Dios, no le piden. Los sindicatos hacen pliegos de ofrecimiento y no de peticiones a las empresas.

Respecto de la Actitud ante la vida, en Guajaca, dijo, en México, tenemos la costumbre de hacer poco, pero nos divertimos mucho. Perdemos mucho tiempo sin producir.

Pero también se refirió a otro valor; haciendo una narración, señaló que en la ocasión que se quemaba un bosque, pasó un elefante desesperado pidiendo que todos huyan, pero un gorrión le contestó que se quedaría a apagar el incendio, porque el bosque era su hogar. El gorrión se mojaba con un poco de agua en un arroyo y luego volaba y la dejaba caer en forma de gotas en el bosque en llamas, tratando de apagarlo. Dice la leyenda que Dios se compadeció con el gorrión e hizo que llueva y el bosque se salvó.

La lealtad del gorrión salvó al bosque.

Entonces se puede inferir que la clave del éxito empresarial japonés está en la práctica de la ética. La moral controla, la ética construye.

Según Samuel Valero, se educa en lealtad desarrollando el sentido del honor, teniendo en cuenta la dignidad de los demás, actuando con responsabilidad, siendo constante y fiel en el cumplimiento del deber, no haciendo trampas y aceptando de corazón las normas de la institución. Una persona leal garantiza la estabilidad y la buena marcha de las instituciones. Un hombre leal es confiable, inspira fe.

Hace unos días el General Cueto, que tiene el cargo de Comandante General del Ejército de Bolivia, expresó en el acto de conmemoración del bicentenario de su institución que el Ejército es “socialista, anti imperialista…”.

Una lamentable declaración porque las FFAA no deben identificarse con ninguna corriente política, por muy funcional que sean al gobierno de turno que respete la democracia, porque al declararse de izquierda, están declarando que son de la mitad del país solamente (en teoría la mitad de los bolivianos es de derecha y la otra mitad de izquierda) y estas son FFAA de toda Bolivia. Se nutren de todo el pueblo.

Como Oficial Naval, como militar ya jubilado, más viejo que Cueto, trato de comprenderlo y me pregunto: ¿no sabe el General que es importante para los destinos de la patria que el Ejército no se convierta en un partido político armado, es decir en una milicia, algo vital para el propio Ejército? O, ¿es desleal con Bolivia y el Ejército al no cumplir las normas de la institución que prohíben la politización de las FFAA?

La práctica de valores y principios, la práctica de la ética, es lo que dignifica a la institución armada y la hace diferente de los mercenarios y milicianos.

Una vez que declaró lo que declaró, cabe preguntarse: si el Comandante del Ejército tiene esa actitud, ¿cómo andarán sus subordinados?

Nuestro Ejército es demasiado importante para no preocuparnos por él.

El Ejército es de todos los bolivianos y todos los bolivianos tenemos el derecho a opinar sobre algo que es nuestro. La indiferencia no es opción.

La disciplina es la base fundamental sobre la que descansan las FFAA; en cualquier país del mundo, al politizarse las FFAA cunde la indisciplina, porque ya no prima la verticalidad de la necesaria jerarquía, sino el mérito político-partidista, el “llunquerío” y todo lo que conlleva este problema, la disciplina se rompe y el respeto a la jerarquía militar se hace trizas, los comisarios políticos tienen el poder de controlar todo.

Por eso en la Ley Orgánica de las FFAA en el Capítulo IV, DE LAS RESTRICCIONES, Art. 120, se lee: “Los miembros de las Fuerzas Armadas en Servicio Activo… se sujetarán a las siguientes disposiciones: b.- Prohibición de formar parte de partidos políticos” y el Art. 122, señala “Los miembros de las Fuerzas Armadas del Servicio Activo que realicen actividad política partidista, dentro y/o fuera de la institución pasarán a Retiro Obligatorio”.

La politización de las FFAA las debilita ética y moralmente. Alguien decía que “En las FFAA, lo más importante no son los cañones, los tanques, los aviones o los buques de guerra, sino el alma de las personas que están detrás de esas cosas”.

El General Cueto no inspira fe, no es líder del Ejército, no es confiable para nadie.

El Sr. Presidente puede estar seguro que si se le presentara una crisis real a su Gobierno, el primero que lo abandonará será el General Cueto, porque el que traiciona una vez, traiciona siempre.

Sin embargo, esto no sólo es censurable en el Gral. Cueto. El Sr. Presidente hace un tiempo señaló en un acto oficial que como nunca antes en las FFAA no había injerencia política, pero los hechos dicen todo lo contrario.

El Sr. Presidente no debe mentirle al país, porque eso es engañar, es deslealtad con la patria y con las FFAA de las que él es su Capitán General. En vez de corromperlas debería respetarlas.

Fue la lealtad del gorrión la que salvó al bosque, no la traición del elefante.